lunes, 12 de mayo de 2014

teatro sagrado - Clodet García



“(...) para hablar de este teatro, precisamos un lenguaje de chamanes y de brujos”
                         J. Grotowsky

La denominación “Teatro sagrado” fue acuñada a principios del siglo pasado por Antonin Artaud, quien llega a esta expresión por confrontación con el teatro racional y europeo y buscando recuperar el sentido de las artes performáticas ancestrales.

Teatro sagrado alude a ciertas expresiones vanguardistas que existieron durante el siglo veinte y que han sido polos de transformación en el teatro del pasado siglo. Entre sus referentes encontramos al propio Artaud, a Grotowski, a Brook y muchas de las expresiones enmarcadas en la antropología teatral.

El Teatro sagrado privilegia la “experiencia” por sobre la representación, no pone su foco en la función “espectacular” sino que se centra en el aspecto ritual de este arte que, en sus orígenes, era celebración comunitaria y expresión de la cosmovisión de los pueblos.



Apuntes para la búsqueda

Durante años creí sin dudar que el teatro procedía de las religiones originarias, que la cosmovisión de nuestros antiguos se había expresado en ritualidad y que la ritualidad devino, con el transcurrir de los años, teatro. Idea que avalan historiadores y antropólogos. Suena lógico, además.

Hasta que un día Artaud clavó una cuña en mi pensamiento. Él afirmaba que el teatro no proviene de la religión, sino que la religión proviene del teatro. Una idea, que aún tomada como metáfora, lo trastoca todo.

Si así fuera, entonces... en un principio, el teatro.

Anterior a las creencias, a los dogmas. Anterior a las escisiones, a los fundamentos. Un teatro primordial dador de origen, fecundador de sentido. Amplio. No sólo más amplio que un espectáculo, que una celebración, sino un teatro más amplio que las religiones y la ritualidad misma. Un teatro tan amplio como la vida, surgido junto al hombre, co-creador del hombre mismo.

Me gusta creer en ese teatro mítico, originario. Un teatro que contiene ritual, danza, celebración, saber psicológico, saber hermético, música, prácticas cotidianas, sueños, poder mágico, sanación y semillas. Un teatro holon (1) que contiene todo y desde donde todo surge. Inabarcable, inabordable. Una fuente de saber y experiencia. Inexplicable, esencia misma del hombre hecha arte, esencia del cielo y la tierra hecha hombre.

Un teatro al que buscar, no para apresarlo, sino para andar entendiéndolo como punto Omega, como tensión hacia el infinito.

Inevitable llegar a lo chamánico

En los últimos años, varios antropólogos acuerdan que anterior a las religiones, en los pueblos originarios del mundo, se encuentran prácticas asociadas al chamanismo.

La palabra chamán o shamán, en realidad proviene de antiguos pueblos habitantes de la actual Siberia y se usa de modo extendido para hablar de aquellas personas que en la comunidad tienen un rol de intermediarios entre los espíritus y los hombres.
El chamán tiene como propósito la sanación de los cuerpos y las almas, las cuales no conciben escindidas.

¿Tendremos que buscar por aquí al teatro original?
Un auténtico practicante entiende el chamanismo como un arte.
Su primer desafío, es la visión.
Trabajan duro y se exponen a prácticas especiales para obtener fuerza, un caudal de energía superior al cotidiano que los ayude a sostener la experiencia ritual.

Esa energía no sólo es mayor en caudal, es percibida como de una calidad diferente a la usada en la vida. Saben que hay una clave inexorable en la presencia.
Y que su tarea implica el enorme desafío de correr el obstáculo más duro: el propio “yo”.
Acuden a palabras, a veces conocidas y otras olvidadas, dictadas por la tradición o por el viento.
Su práctica implica que su percepción se modifique, y esta percepción modificada se torna puente de acceso a realidades alternas pero también, a principios subyacentes en la humanidad misma.

Un actor puede reconocerse en estos pasos. Al menos un actor que busca, que intenta, que fuerza umbrales.
Presiento que debemos ser cuidadosos y hablar de intentos e intuiciones. Implica un enorme riesgo afirmar que uno hace teatro sagrado, como si fuera posible controlar los resultados de la experiencia. Uno intenta, busca, aspira.
La única convicción que podemos sostener, es que estamos buscando. Y se busca porque se está perdido.
Se avanza, entonces, por la vía del intento.
El intento, es un recurso chamánico absolutamente emparentado con ciertas herramientas del actor. Es el poder secreto de direccionar todo en uno hacia un resultado incierto, transformador, desconocido.

Esto lo observamos especialmente cuando nuestro propósito excede la idea de reproducir gestos y sensaciones cotidianos y nos aventuramos a explorar los confines de lo visible.
El intento prescinde de lograr su propósito, se lanza a saltar el abismo sin ningún afán de alcanzar el otro lado, pero actuando como si pudiera.
Sucede que en el medio, acuden fuerzas.
El intento convoca energías desconocidas, vibraciones, alas o gestos que desafían las leyes del mundo material y que no son explicables ni transmisibles.

¿Cuál es el salto que me lleva desde mí hacia esa que no soy, o al menos esa que en mí no se había expresado hasta ahora?
¿Cuál es el gesto, el paso, la respiración que se transforman en llamado para que lo desconocido me habite, para que lo intuido se exprese, para que lo inefable se manifieste?

Y es que precisamente, podemos explorar en esos gestos, ritmos, pasos y conocerlos íntimamente como el chamán reconoce la ruta por la que accede al mundo de sus ancestros. Su conocimiento acerca de ese mundo atávico puede ser limitado. Pero el conocimiento acerca del sonido de su tambor, de las palabras, del árbol por el que ascenderá, del ritmo con el que ha de hablar, es preciso, íntimo. Y cuanto más preciso, más rápido accede, más presente se encuentra en el viaje a lo desconocido.
Porque si hay un misterio que debemos aceptar, es que trance no es perderse.
Trance en un sentido ritual implica estar plenamente presente en otra realidad, observarlo todo, poder decidir, accionar a voluntad y a la vez, estar abierto al misterio sin falsos supuestos.

¿Se experimenta de modo distinto al cotidiano? Sí, absolutamente. ¿Pero cuán presentes estamos en lo cotidiano?
Trance implica un modo de conciencia acrecentada, de percibir y estar de modo más completo, lo cual es transición, corrimiento del registro habitual de lo que llamamos “yo”.

Si aceptáramos al menos como premisa de trabajo que hay un modo más pleno de presencia, percepción y por ende acción, quizás arribáramos a que no se trata siquiera de irse a otros mundos, sino de traer otros mundos a este, de revelar ese inenarrable mundo que el mundo ilusorio deja velado y por medio de un acto creativo, de un ritual, hacerlo presente.

por Clodet García


(1) Un holón es un sistema o fenómeno que es un todo en sí mismo así como es parte de un sistema mayor. Cada sistema puede considerarse un holón, ya sea una partícula subatómica o un planeta. En un ámbito no físico, las palabras, ideas, sonidos, emociones y todo lo que puede identificarse es a la vez parte de algo y a la vez está conformado por partes.


imagen: Emanuele Sturlese

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