jueves, 17 de septiembre de 2015

el teatro es la forma estética de la fraternidad (Alan Badiou - Elogio del amor)


En su amor por el teatro -porque es preciso recordar que usted ha vivido la vida de compañía de teatro, en medio de comediantes y de técnicos-, ¿es que no hay amor por lo colectivo, por una comunidad, por un conjunto? ¿No es el teatro portador de un amor que dependería del orden de la fraternidad?

Sí, ese amor existe, ¡por supuesto! El teatro es lo colectivo, es la forma estética de la fraternidad. Es por ello que yo sostendría que, en ese sentido, hay algo de comunista en cualquier teatro. Y entiendo aquí por “comunista” todo devenir que haga prevalecer el en-común sobre el egoísmo, la obra colectiva sobre el interés privado. Dicho sea de paso, el amor es comunista en este sentido, si se admite, como yo, que el verdadero sujeto de un amor es el devenir de la pareja y no la satisfacción de los individuos que la componen. Otra, una más, definición posible del amor: ¡el comunismo mínimo! Por volver al teatro, lo que me asombra es hasta qué punto la comunidad de una gira teatral es precaria. Pienso en esos momentos totalmente singulares, desgarradores, en que la comunidad se deshace: se ha hecho una gira, se ha vivido en conjunto durante un mes y medio y después, en un momento dado, uno se separa. El teatro es, igualmente, esta prueba de la separación. Hay una gran melancolía en esos momentos en que la fraternidad en el acto de interpretar y sus entornos se deshace. “Tomá mi número. Llamame sin falta ¿eh?”: todos conocemos ese rito. Pero no se llamará, o no verdaderamente. Es el fin, uno se separa. Ahora bien, la cuestión de la separación es tan importante en el amor que casi se puede definir el amor como una exitosa lucha contra la separación. La comunidad amorosa es también precaria, y para mantenerla y desplegarla es necesario mucho más que un número de teléfono.

Alain Badiou
Elogio del amor

imagen: Antonio Lee

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